viernes, 21 de septiembre de 2012

Libro: La Mosca


El libro álbum nos invita a pensar en la imagen como texto y la forma en la que esta simbiosis produce significado; a “sospechar de las imágenes, a mirarlas como una construcción, y por lo tanto como un artefacto cultural” según dichos de Cecilia Bajour. (Modos de construir sentidos en el libro álbum)
La mosca se presenta desde la tapa con una construcción figurativa simbólica en plano medio donde está presente la técnica francesa de collage. Para componer este objeto artístico se pegaron sobre una superficie fragmentos de materiales diversos. Las alas son pequeñas piedritas; para la nariz se utilizó un tornillo de la variedad Phillips igual que para sostener las patitas al cuerpo; la boca es una hebra de lana, las antenas tienen incrustadas dos tornillos para madera, y dos ojos que parecen movibles.
Debajo del título, donde se mezclan letras mayúsculas y minúsculas en imprenta con una tipografía sinuosa, hay una frase que puede ser tomada como la antesala de algo terrible: Un día perfecto puede llegar a ser una pesadilla.
La contratapa resume brevemente el contenido y prepara al lector/observador para zambullirse en la historia, sabe de antemano que habrá sustos y sorpresas.
Al abrir el libro aparece el frontispicio donde cientos de moscas dan la bienvenida y hacen presumir que se trata de algo escatológico por la construcción social que lleva a juntar al insecto con los desechos.
En la contraportada se incorpora el auspiciante de esta historia “Crema bronceadora Ralli Brothers” que acompañará a la protagonista en su periplo.
En la portada aparece la mosca en todo su esplendor dispuesta a disfrutar a juzgar por la pelota pintada con colores primarios y la galletita que sostiene en su mano.
En las hojas que se suceden no existe el marco, “la página misma se convierte en una ventana que delimita el campo de nuestra visión …” (Joly, M; imagen y significación; pág. 29).
Y aquí comienza la aventura casi inverosímil de una mosca dispuesta a bañarse, a pasar un día de playa para lo que se provee de elementos pertinentes como bolso, bronceador, toalla y pelota.
Las primeras páginas con un fondo blanco a manera de mosaicos, denotan una sensación de alegría y limpieza. Se recuesta sobre una toalla de arpillera y la imagen remite a una escena playera; luego decide probar con sus patitas la temperatura del agua. El acercamiento que produce el zoom permite visualizar esta acción, e incluso captar el movimiento característico. Sin dudarlo decide darse un chapuzón. Persiste el color blanco con una base de azul celeste que transmite una sensación sinestésica de quietud silenciosa. Este mar está fabricado con recortes de hojas pintadas  de color celeste sostenidas con tornillos.
Nada, flota, canta. Las notas musicales se adhieren al paisaje conformando una imagen alegre y sonora.
¡La mosca está disfrutando de un gran día!
De repente el cielo se encapota; el color oscuro hace presagiar lo peor. Los ojos se ven desorbitados y líneas curvas dibujadas en el agua dan idea de temor. La misma sensación se transmite en la doble página siguiente donde una sombra más oscura se cierne sobre el insecto que parece temblar en el lugar. La imagen en picada colabora con esta sensación. El color negro cubriendo totalmente las próximas dos hojas presagia algo terrible.
Dos ojos se mantienen expectantes y para colmo comienza a tronar. Cae la lluvia y el bicho se lamenta por no tener paraguas. Nuevamente la picada aplastante ayuda a generar la idea de catástrofe. 
Desde el lugar donde se encuentra, sumergida en el agua, en un plano general;  observa un elemento desconocido que se dirige hacia ella. En su cara se dibuja un rictus de terror.
Un perfecto equilibrio entre la plasticidad (percepción del objeto) y la iconicidad (percepción de la imagen) colabora en la construcción de sentido que un lector/observador desprevenido no podría captar. Una espiral azul profundo colabora en la sensación de final, mientras un acercamiento deja ver sólo las patitas del insecto y sus pertenencias desparramadas por el lugar.
Finalmente puede escapar utilizando su toalla como ala delta para elevarse, desde donde, junto al lector, a esta altura, involucrado directamente con la suerte de la mosca, puede por fin, deducir lo que ha pasado. La imagen montada sobre papel madera de un pie de inodoro con su característico color blanco hecho con trazos inquietos de tempera desde donde cuelgan dos zapatillas y la alfombra donde descansa un temible trencito que pende de un hilo, colaboran en el armado de significado que se completa al dar vuelta la hoja y descubrir, por medio de una picada aplastante,  que las pertenencias de la protagonista flotan en el agua del artefacto de baño. En un pie de igualdad con esa imagen se ve sobre un fondo blanco que influye en la percepción de misterio develado, una sombra clara que, en conjunto con las zapatillas, permite descubrir al promotor que interfiere en el disfrute de la mosca. Sumado a la expresión que se lee “Mamá, he terminado” el lector puede concluir, por fin, que se trata de un niño que pide ayuda para que lo higienicen luego de haber defecado.
En el final, el inodoro blanco se recorta sobre un fondo negro que ayuda a comprender el objetivo frustrado del insecto, a lo que se suma, en la página derecha, la mosca apoyada sobre la pared, definitivamente de azulejos del baño sosteniendo la toalla salvadora, transmitiendo una sensación de alivio a la vez que promete que “nunca más se daría un baño: porque bañarse puede resultar muy, pero muy peligroso”


¿Por qué incluirlo en la biblioteca?

No decirlo todo, insinuar, callar, sugerir. Entre lo dicho y lo no dicho se generan múltiples posibilidades que producen múltiples sentidos. Lleva al lector por un camino y sorprende en la curva. Estas apreciaciones deberían bastar al momento de evaluar si puede o no formar parte de los libros que están a disposición de los alumnos.
Puesto a consideración de un grupo de ellos pude comprobar, luego de su observación minuciosa y lectura, algo parecido a la fascinación además de lo cómico que les pareció este relato. Supongo que tiene que ver con el ingreso en la escuela de aquello que parece que no debe decirse, del sentido escatológico inherente al texto. De hecho, al darse cuenta del artefacto que se le viene encima a la mosca nadie se anima a decirlo libremente; la comprensión es una mezcla de miradas cómplices y sonrisas socarronas. Un ir y venir sobre las hojas para confirmar lo que realmente suponen, colabora con esta idea.
Puesto a consideración de “los grandes” causa la misma sensación. Incredulidad,  ante lo presentado por el autor que sostiene haberse inspirado en una situación real, como es limpiarle la cola a su hijo, para escribir esta aventura corrida por la mosca.
Texto e imagen coadyuvan para extraer lo implícito de este libro álbum, de aquello que cada lector/observador entiende a partir de lo que se le presenta.
Este libro es un claro ejemplo de que la edad no tiene que ver con el destinatario. A pesar de las imágenes simples, que podrían hacer suponer que está destinado a los niños, queda demostrado que conmueve también a los adultos.
Adriana  Baroni


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